En una catástrofe nació el país del fútbol
“Maracanazo 1950”El fútbol lo inventaron los ingleses, pero los brasileños lo convertimos en arte. Brasil es un país exuberante, colorido y fiestero. En ocasiones, un tanto histriónico. Su fútbol, también. El estilo de juego de una selección nacional define la cultura de su país o viceversa. En Brasil se necesito una tragedia para cambiar el rumbo del fútbol brasileño y mundial . Al introducirnos en la sociología como sabemos es una ciencia que estudia el comportamiento, los grupos social y de la organización de las personas, que de por si nos conformamos en lo que se entiende como las sociedades. También se ocupa de los rasgos que caracterizan a las sociedades, como la desigualdad, los valores y creencias, las manifestaciones culturales y las migraciones entre otros muchos, teniendo en cuenta cómo, dichos rasgos, condicionan la vida de la gente. Por otra parte, esta ciencia se ocupa del comportamiento de las personas en relación con los demás y con el conjunto de situaciones en las que viven. Indaga cómo ocurren sus acciones y qué consecuencias tienen en nuestro modo de vida. En especial, presta atención al impacto que el comportamiento de la gente tiene en la sociedad a través de sus acciones y su participación en los procesos de cambio, creando formas sociales nuevas o transformando las existentes. Por lo tanto voy a mirar atreves de este lente, el fenómeno social, que ocasiono el fútbol en el Brasil y formando una identidad y un rasgo muy definido de excelencia y supremacía donde sobresalen, dejando a un lado la política y la economía donde se mantiene en muy bajo nivel de este gigante de Sudamérica.
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Al escudriñar la historia de este hermoso país las culturas brasileñas, se fueron entre mezclando resultado de una intensa mixtura entre sus pueblos, surgió una realidad cultural peculiar, que sintetiza las varias culturas. Las raíces indígenas, europeas, asiáticas y africanas del pueblo brasileño dan lugar a estilos de vida muy diferentes que se reflejan en las tradiciones, de este país, pero se amalgaman cuando se trata de una causa común como es el fútbol. El carácter alegre y festivo del pueblo brasileño se refleja en la multitud de fiestas y eventos regionales y nacionales entre las que destaca el carnaval de Río de Janeiro y por consiguiente en ver y practicar el fútbol. Durante un largo período de la historia, desde el descubrimiento de la región (Brasil) desde mediados siglo XIX hasta mediados del siglos XX, la distancia entre la cultura erudita y la cultura popular era bastante amplia ( que lo único que pudo unirlos fue el fútbol): la primera buscaba ser una copia fiel de los cánones y estilos europeos, la segunda era formada por la adaptación de las culturas de los diferentes pueblos que formaron el pueblo brasileño en un conjunto de valores, estéticas y hábitos rechazados y despreciados por las élites. Brasil es un país eminentemente multicultural, marcado por grandes y diversas corrientes migratorias provenientes de todos los continentes y el intenso mestizaje, que los ha beneficiado en el caso del deporte, contando entre ellas hay 100 mil millones de Río de Janeiro. La música popular de Brasil hace parte de su identidad extendiéndola en el fútbol, es conocida globalmente, con una gran variedad de manifestaciones y estilos como la samba, la bossa-nova, el choro, el axé, la lambada, el forró, sertaneja, etc. Si, la música, la danza y las fiestas son sumamente importantes en Brasil, que se dirá del fútbol. Suele decirse que los niños brasileños antes de aprender cualquier otra cosa, en primer lugar deben aprender a bailar samba y en segundo a bailar samba en una cancha de fútbol, con una pelota, esto los hace aventajados entre otras culturas de la región. El samba es un estilo musical muy popular en Brasil, que vino con los pueblos bantúes, los cuales llegaron desde África, además, recibió también una buena influencia portuguesa. Se trata de un ritmo fuerte, se utilizan toda clase de instrumentos de percusión y se vuelve realmente muy contagioso y alegre.
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Para ellos el fútbol es realmente una tradición y una costumbre haciendo parte de su cultura, cualquiera que entienda lo más básico y simple de este deporte sabrá el lugar que históricamente ocupa la verdeamarela. Este deporte es una verdadera pasión y varios de los mejores futbolistas de la historia mundialmente son brasileños. Entre otras tantas cosas, Brasil es el país que más veces ha salido campeón del mundo.
Pero como nació este país para el fútbol; El 16 de julio de 1950. El uruguayo Ghiggia anota el gol del triunfo para su equipo en la final de la Copa Mundo frente a Brasil, en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. Y, de repente, el silencio, el peso de la Historia cayó sobre los 200.000 espectadores del Maracaná, al tiempo que Uruguay se adjudicó la primera Copa del Mundo organizada por Brasil, ante el anfitrión, en Río de Janeiro. Todo Brasil está conmocionado. El presidente de la FIFA, el francés Jules Rimet, entrega rápidamente el trofeo al capitán uruguayo, Obdulio Varela. Los personajes Los héroes y los malditos. Ghiggia, único superviviente a día de hoy de los 22 jugadores, realizó un pase decisivo y marcó el gol que dio lugar a la leyenda. "No tomé consciencia de su impacto hasta algunos años más tarde, cuando comenzaron a escribir libros sobre el tema “Nuestra tragedia, nuestro Hiroshima, fue la derrota contra Uruguay en 1950", escribió el dramaturgo Nelson Rodrigues (revista Realidade, 1966), en una desmedida comparación, casi indecente. "Ésta puede que sea la tragedia más grande de la historia contemporánea de Brasil", sostiene de su lado el antropólogo Roberto Da Matta. "Ocurrió en un momento en el que Brasil quería tomar su lugar como nación con un gran destino". El gigante sudamericano, tras el hundimiento de Europa, quiso organizar el primer Mundial después de las dos Guerras Mundiales, construir el estadio más grande del planeta y coronarse ante el mundo entero. Con la derrota en el último partido, el orgullo del pueblo brasileño cayó desde lo más alto para muchos fue pisoteado su dignidad como nación. Entonces los viejos demonios del racismo volvieron a resurgir con fuerza, (la distancia entre la cultura erudita y la cultura popular se repelaron de nuevo). Para algunos, Barbosa y Bigode no eran jugadores de la selección, sino negros asquerosos. "No consigo dormir con esas palabras [insultos racistas] resonando en mis oídos y que me hieren el alma", dijo entonces Bigode. El espectáculo en los días anteriores al partido decisivo, la fiesta reinaba en el equipo de Brasil. El seleccionador, Flavio Costa, había decidido trasladar el campamento base a Sao Janeiro, un barrio animado, y abrirlo a los aficionados, periodistas, políticos... Incluso él mismo Flavio Costa tenía ambiciones políticas. La puesta en escena corrió a cargo de la prensa brasileña antes del encuentro. El 16 de julio, el periódico O Mundo, en consonancia con otras publicaciones, publicó una foto del equipo, con el titular "¡Aquí los campeones del Mundo!" hay un adagio muy popular en mi país “compraron la silla sin tener el mulo” ¿Y los suicidios de los que se hablaron? "Creo que los supuestos suicidios son una leyenda urbana", confía a la AFP Geneton Moraes Neto, autor de la obra "Dossiê 50". El ‘Maracanazo’, después de los tres siglos de esclavitud, cuyas marcas aún persisten siglo XI en la desigualdad de la sociedad brasileña, es la peor tragedia en la personalidad colectiva de un país en formación como lo era Brasil en 1950.
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Pero como el espectáculo debe continuar, se levantaron como el águila y Brasil se tomó la revancha; sobresaliendo la raza negra, con las victorias mundiales en 1958, 1962, 1970, 1994 y 2002, con las que logró atenuar el trauma, pero nunca remediarlo (mundial Brasil 2014). Los jugadores presentes en el 'Maracanazo' son "los precursores de los cinco títulos siguientes" El canto Silencio y lágrimas fueron la música de fondo de aquel 16 de julio de 1950. El estupor del Maracaná abrió "el decenio del silencio" hasta que la 'Seleçao' se consagró campeona del Mundo en 1958, se podría decir que es un pueblo esforzado y valiente, persistente y con honor, virtud que no sobresale en los países de la región.
Viendo las lágrimas de su padre ante la derrota, Pelé decidió convertirse en futbolista. El Mundial de 1950 sirvió de inspiración nada menos que para Pelé. El ‘Rey’ recuerda que su padre, jugador del equipo paulista de Bangú, lloró por primera vez delante de él, al lado de la radio que llevaba la noticia del ‘Maracanazo’ el 16 de junio de 1950. “Como él lloraba desconsoladamente, le prometí que yo ganaría la Copa alguna vez”, comentó Pelé. Cumplió con abuso: Edson Arantes do Nascimento ganó tres, en Suecia 58, Chile 62 y México 70. "Cuando (el árbitro inglés) Reader dio el pitido final, el Maracaná se convirtió en el teatro de un enorme velatorio", escribió Mario Filho. Y el famoso periodista, que acabaría dando su nombre oficial al estadio tras morir en 1966, añadió: "Escuchábamos gritos de viudas sicilianas". Esta visita a la tragedia colectiva permite ser realizada en paz con la historia, porque Brasil se transformó luego en una potencia del balón y venció cinco campeonatos del mundo. Lo irónico es que Brasil necesitaba un empate (pero ellos querían ganar) -la definición fue un cuadrangular entre España, Suecia, Uruguay y Brasil- para convertirse en campeón. El estadio Maracaná fue construido como el más grande del mundo. Los diarios de la época, antes de la final, trataban a los jugadores como campeones del mundo. Los políticos fueron a fotografiarse con los jugadores en el vestuario antes de la final, para usar la imagen en la campaña electoral. Ese día fue el último partido oficial de fútbol en el cual el equipo de Brasil jugó con uniforme totalmente blanco. En adelante la selección brasilera comenzó a utilizar la tradicional camiseta verde-amarela con pantalon azul, confiando que esta vez sí les traería buena suerte.
¿Pero cuáles fueron los motivos de la derrota? Todos los jugadores coincidieron luego del ‘Maracanazo’ que había un clima triunfalista, producto del gran fútbol de Brasil ante España y Suecia. “Todos los candidatos presidenciales, a gobernador y a concejales venían a sacarse fotografías con nosotros, nos prometían terrenos, casas, automóviles, después nadie se acercó”, dijo el ya fallecido Danilo, estrella del subcampeón. En Brasil, el fútbol no es un juego sin más: es una fiebre, una forma de vida, el aglutinador de la población en torno a una misma pasión. Ganar no es una opción, sino una necesidad. El portero Babosa fue señalado como el máximo culpable especialmente en el segundo gol, lo que le persiguió toda su vida. Hubo cientos de suicidios. El pueblo brasileño cayó en una profunda tristeza. La derrota adquirió categoría de tragedia nacional. Incluso se cambió la indumentaria en Mundial Suiza 54 recordado tristemente por el "Milagro de Berna", (los alemanes derrotaron a los favoritos Magyar húngaros por 3:2 y se coronaron campeones por primera vez de la Copa Mundial). Se abandonó la blanca y azul adoptando los colores que conocemos actualmente, que serían el símbolo de un dominio casi incontestable en las décadas posteriores. Todo para sepultar el doloroso recuerdo del 16 de julio de 1950. El proceso es lento y ordenado Brasil en el mundial suiza 1954 fue primero en su grupo pero en la segunda fase en cuartos de final se enfrentaron en la ciudad de Berna con los famosos Magyar de Hungría “fútbol total” perdiendo 4 a 2 y dejándoles una enseñanza que nunca la olvidarían para ver el futbolfútbol.
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Los brasileños conquistan su primer Mundial y comienzan a crear la magia con un equipo que marcaría una época, nace la Brasil triunfal de Pele fue más que un mito fue un conquistador un prócer del futbol de su país lo cual el mundo lo reconoció como el Rey del futbol. En su última crónica de la revista Manchete Esportiva antes del estreno de la selección brasileña en la Copa Mundial de la FIFA 1958, el periodista, escritor y dramaturgo Nelson Rodrigues presentó una teoría. Más que una teoría, un concepto. El de que, a raíz de la dolorosa e inesperada derrota a manos de Uruguay en el Maracanazo de 1950, Brasil se había convertido en un país sumido en el “complejo de segundón”, una tendencia a situarse en inferioridad en relación al resto del mundo. “Cualquier jugador brasileño, cuando deja atrás sus inhibiciones y entra en estado de gracia, es único en materia de fantasía, de improvisación, de invención. En suma: tenemos dones en exceso”, explicaba el cronista. “El problema del combinado nacional ya no es de fútbol, ni de técnica, ni de táctica. En absoluto. Es un problema de fe en sí mismo. El brasileño necesita convencerse de que no es un segundón y de que tiene fútbol para dar y tomar, allí en Suecia. (…) Para el equipo, ser o no ser segundón, esa es la cuestión”. Como solía ocurrir, Nelson Rodrigues acertó de pleno. Un mes después, cuando Brasil derrotó a los anfitriones suecos por 5-2 en la final, era como si todos supiesen que lo que acababa de decidirse no era sólo el título de aquel certamen, sino el destino de un país. El complejo de mediocridad, oficialmente, había terminado. Y la Seleção, por no decir la nación, no volvería a ser la misma. En los registros de la FIFA. se recuerda ahora aquella tarde de verano sueco en la que un país empezó a ser la tierra del fútbol, y un muchacho de 17 años, su Rey. El año de 1958 no implicaba solamente fútbol para Brasil. El primer trofeo mundial no fue el único motivo por el que aquellos 365 días dieron título a un libro como 1958: el año que no debía terminar, de Joaquim Ferreira dos Santos. El gesto de Bellini levantando la Copa Jules Rimet constituía una prueba más de que aquel era, a todos los efectos, el país del futuro. El Presidente Juscelino Kubitscheck se deshacía en elogios hacia un crecimiento que parecía magia, con los proyectos de Oscar Niemeyer y Lúcio Costa para la nueva capital, Brasilia, que se inauguraría dos años después, o los primeros coches producidos íntegramente en territorio nacional. Al mismo tiempo, João Gilberto grababa el revolucionario toque de guitarra para acompañar Chega de Saudade, LP de Elizete Cardoso que fundaba formalmente la bossa nova, género musical brasileño que triunfaría en el extranjero. Pero nada de aquello tendría sentido si a la vez no se hubiera enterrado debidamente un trauma. No sólo mediante el primer título mundial de fútbol, sino por la forma en que éste se produjo: con una victoria en la cancha del adversario —como en casa había sido la derrota de 1950—, una goleada inapelable y la coronación de dos héroes tan aclamados en el plano internacional como brasileños de pura cepa. Un extremo derecho pequeño y achaparrado, de piernas explícitamente torcidas, y un adolescente negro, algo tímido aún, excepto cuando tenía el balón en los pies. Garrincha y Pelé empezaron la Copa Mundial de la FIFA 1958 en el banco de reservas. Desde él asistieron a los dos primeros partidos, hasta el choque ante la Unión Soviética. A partir de aquella victoria por 2-0, ambos pasaron a ser una parte fundamental del equipo que se impuso a Gales por 1-0 en cuartos de final (con un golazo de Pelé) y a Francia por 5-2 (tres tantos de Pelé) en semifinales. En aquel momento, los brasileños ya eran la sensación de Suecia. Es evidente que los más de 50.000 espectadores presentes en el estadio de Rasunda animaban al conjunto local, pero no resultó difícil entender que asistiesen de manera plácida, casi alegre, a la celebración de los sudamericanos.
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¿Qué sucedió luego? Desde aquel 29 de junio, es habitual considerar a Brasil a priori como uno de los favoritos de cualquier Copa Mundial de la FIFA. Cuatro años después, en Chile, la misma base del conjunto campeón en Suecia —con apenas dos cambios en el once titular, los dos centrales— consiguió algo que sólo había logrado la Italia de 1934/38 y que nunca más se ha repetido: revalidar el título mundial. El tercer trofeo, conquistado en 1970, consagró definitivamente al fútbol brasileño, que pasó a tener en propiedad la Copa Jules Rimet, y también la genialidad de Pelé, único hombre del planeta que ha ganado tres trofeos mundiales como jugador. La Seleção, que actualmente posee el récord de títulos —cinco—, escribió en Suecia el primer párrafo de su historia, y tal vez el más brillante. Muylaert, quien vio la Copa de 1950 y la de Suiza 1954, en entrevista en Sao Paulo abandona la idea de que el fantasma del ‘Maracanazo’ pueda sobrevolar el Mundial 2014. “Brasil ganó cinco campeonatos mundiales después de eso. Además, el Maracaná fue reformado dos veces y el actual estadio, para mí, no es el Maracaná. Es otra cosa con el mismo nombre”. El biógrafo del guardameta Barbosa no esconde que, en el fondo, los dioses del fútbol puedan volver a aparecer contra Brasil en 2014, en caso de que llegue a una final en Río de Janeiro, en el mismo escenario de la tragedia nacional. Y enciende la alerta: “Es algo imprudente, es como probar una nueva bomba en Hiroshima”. Pese a los cinco títulos mundiales que tienen en sus vitrinas, los brasileños nunca han conseguido borrar el indeleble recuerdo de la derrota 2-1 ante Uruguay en la final del Mundial de 1950, en un recién inaugurado Maracaná, con 200.000 espectadores en las gradas. El seleccionador uruguayo Óscar Washington Tabarez en el mundial Brasil 2014 se encargó durante mundial de recordar que la “celeste” es una reconocida “aguafiestas” y tratará de revivir la peor pesadilla que atormenta al autodenominado “país del fútbol”. El portero brasileño Julio César, que sabe que Uruguay siempre suele ser un rival durísimo, puntualizó que en los últimos cruces entre ambos equipos en las fases finales de una competición oficial, en las ediciones de 2004 y 2007 de la Copa América, Brasil y Uruguay llegaron a la tanda de penaltis. La última vez que se jugó el clásico, en 2009, fue un paseo para Brasil, que ganó por un contundente 0-4 en Montevideo por las Eliminatorias mundialistas. Con todos esos ingredientes históricos, Brasil tiene en mente el futuro, la final en su segundo mundial en casa, y para alcanzarla intentará poner en práctica el buen fútbol que ha dejado entrever en algunos momentos de la Copa Confederaciones. La receta del técnico “auriverde” Luiz Felipe Scolari pasa por arrinconar a sus rivales con un inicio de partido muy intenso y dinámico, después atosigarlos con presión en el centro del campo y aprovechar la habilidad y movilidad de sus jóvenes talentos, en especial, de Neymar, elegido el mejor jugador de los tres partidos de Brasil. Pero que paso
¿La sombra del Maracanazo es infinita? Brasil 1 Alemania 7 Brasil sufre la mayor derrota de su historia al caer con Alemania 1-7 en semifinales. Unos lloraban, otros perdían la mirada en el vacío, algunos se marchaban a casa a mentar al diablo. Era el silencio y la rabia en el Mineirao, una noche nublada de julio, que ya es leyenda de la Copa del Mundo. Miles de brasileños, atónitos portavoces de una nación de 200 millones de habitantes, asistían entre mudos e iracundos a un magisterio de fútbol. Cinco goles en media hora en el penúltimo partido por el título. Siete cuando el árbitro mexicano tuvo a bien poner fin al tormento. Lo nunca visto. Cada Maracanazo despierta a este gigante. De la mano de Tite, los brasileños recuperaron la sonrisa y el poderío, al punto de que suman siete victorias consecutivas en la eliminatoria 2017, superando el récord del Brasil que después fue campeón en México 1970. Además, registran 22 goles anotados y solo dos en contra desde que lo dirige el nuevo timonel en su ruta clasificatoria. Ni una catástrofe saca a Brasil del Mundial de Rusia 2018. Ningún equipo que sumó 30 puntos en la eliminatoria de Conmebol quedó fuera de una Copa del Mundo. Brasil llego a 33 puntos algo que no se contaba en ninguna eliminatoria. Brasil cierra con broche de oro su clasificación a Rusia 2018. "Para vencer es preciso ser humilde, respetar al adversario. Tite siempre repite que tenemos que merecer la victoria. Eso es ser humilde. Mientras no haya nada definido, hay que mantener los pies en el suelo", afirmó Marquinhos.