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LA MÁQUINA DEL RIVER PIONEROS “FUTBOL TOTAL"

La Máquina de River nació en 1942, luego de una victoria 6-2 contra Chacarita. La Máquina es el apelativo de una formación del club River Plate que ganó varios campeonatos en la década de 1940, se considera como una academia en su época desarrollando una metodología de la práctica del fútbol; técnica y disciplina táctica, embrionario para lo que es hoy el fútbol total, comúnmente considerado por la prensa especializada como el mejor equipo de su era y uno de los mejores en la historia del fútbol mundial. El apodo de "La Máquina" fue acuñado por Borocotó, importante periodista deportivo de la revista El Gráfico, para calificar el rendimiento del equipo, a raíz del comentario que recibió de un simpatizante del equipo llamado Regard (para ver, mirar o concebir de una manera particular,referencia) tras la victoria por 6 a 2 frente a Chacarita Juniors por la octava fecha del torneo de 1942.

La primera actuación de la recordada delantera fue el 28 de junio de 1942, en el Monumental, ante Platense con un triunfo por 1 a 0; Loustau reemplazó por primera vez a Aristóbulo Luis Deambrossi como puntero izquierdo en esta ocasión. Si bien la leyenda del equipo trascendió por sus atacantes, es un acto de justicia histórica reconocer que cada nombre tiene ganado a pulso su lugar en el recuerdo. En el 2-3-5 de Renato Cesarini el arquero era el peruano José Eusebio Soriano, uno de los mejores talentos surgidos de su país; Ricardo Vaghi y Norberto Yácono –precursor de la marca personal, apodado Estampilla- los centrales; Bruno Rodolfi, Ramos y Ferreira los mediocampistas; el quinteto de delanteros que hizo mítico a ese River. Se recuerda en particular, de aquel equipo, a la delantera compuesta por Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau, aunque también fueron asiduos titulares en distintas etapas Aristóbulo Deambrossi, Carlos Peucelle, Alberto Gallo y Renato Cesarini. Desde 1943 a 1946 hubo otros 17 encuentros para la historia, con dos títulos y dos subcampeonatos. Nunca jugaron, todos juntos ante Boca Juniors. En la delantera alternaron con la formación principal Antonio Báez y Roberto Coll. Ya en 1947 “La Máquina” había quedado para la historia como la mejor delantera del fútbol argentino y de la misma sólo quedaban Moreno, Loustau y Labruna, que dejaron en esa temporada otra delantera para la historia, la formada por: Reyes, , Di Stéfano, entre otros. Todo ello en una temporada en la que Alfredo Di Stéfano anotó 27 goles y llevó a River nuevamente hacia el título. Las principales batutas de aquella afinadísima orquesta fueron cinco. Adolfo Pedernera era el jugador cerebral, el estratega desde el medio para adelante. Ángel Labruna el martillo, el goleador infalible de esos Caballeros de la Angustia que demostraban todo su potencial cuando iban perdiendo y sorprendían al público –cuando no lo desesperaban- por su tranquilidad. José Manuel Moreno era un tiempista, el que más se retrasaba del quinteto para abastecer a sus compañeros desde el comienzo mismo de la jugada; y Juan Carlos Muñoz y Félix Loustau oficiaban de extremos. Se ocupaban de oxigenar al equipo por los costados. Chaplin, como era apodado Loustau, era una debilidad de Peucelle, que lo llamaba “Ventilador”. Según él, era el encargado de darle aire y una posibilidad de descarga siempre fresca a ese River que se abalanzaba en ataque sin ser conservadores a la hora de hacer goles. Aparte de los ya mencionado 5 grandes de la máquina y otros grandes delanteros hicieron historia como atacantes insaciables, cabe mencionar que por aquella época pasaron por el equipo de River jugadores de la talla de Néstor Rául Rossi, y el innovador en el arco Amadeo Carrizo entre otros, quienes fueron formados en River y posteriormente exportaron su experiencia al extranjero, haciendo de este equipo de "La Máquina" un importante semillero y base intelectual de muchos otros estilos de fútbol y formas de jugar a través de la historia, irradiando su influencia desde Colombia con Millonarios F.C, Chile en Universidad Católica, España en Real Madrid, México en el España y América, y mucho más en el tiempo.

Otros destacados en este equipo, fueron el extraordinario futbolista Uruguayo Walter Gomez que se ganó el cariño de la parcialidad al punto que pisaba el césped bajo el popular cantico de “La gente ya ni come para ver a Walter Gómez”, y José Eusebio Soriano del Perú, que fue considerado uno de los más grandes porteros de la historia de su país y de la historia de River a nivel de Carrizo. Asimismo destacó Ascanio Cortés, que muchas décadas hasta los 60s, fue considerado uno de los mejores defensas de la historia de su país en Chile a la altura tal vez de Figueroa. Por último, desde 1939 hasta 1941 pasó por River Plate el gran futbolista español Leonardo Cilaurren, quien venía precedido de una gran campaña en Europa, siendo incluido en el equipo de estrellas del mundial de 1934. River Plate y su Máquina se transformaban por entonces, en un paradigma futbolístico a nivel mundial.

Por su estilo de juego, La Máquina es muchas veces considerada un "antecesor" de la famosa Naranja Mecánica como se apodaba a la Selección Holandesa de Johan Cruyff que disputó el Mundial de Alemania 1974. El periodista Pedro Uzquiza, que mucho conocía de la cuestión, decía que ya en los años cuarenta La Máquina de River ofrecía los primeros indicios: "Ocupaba los espacios con la misma movilidad y voluntad de ataque que luego lo harían los holandeses" Si por algo se magnificó aquel conjunto además de por el espectáculo y la calidad de sus futbolistas, fue por la movilidad de los mismos y es que los defensas rivales no sabían cómo contrarrestar a un equipo con tanta movilidad en sus posiciones, de repente el wing derecho pasaba al izquierdo o Pedernera dejaba su sitio a Moreno y viceversa para sorprender y ‘matar’ al rival. En definitiva un equipo que jugaba de memoria y la tocaba de forma mágica. El “Todotiempo” del título del libro de Peucelle, que fue uno de los creadores del equipo en las sombras, se refiere en gran parte a la concepción que esos jugadores tenían del juego. Todos hacían todo. Entraban, salían, tocaban y devolvían. “Cambiaban de posiciones con una sincronización matemática”, agrega Ramírez. Una idea ancestral del Fútbol total y del juego de posición de la Holanda de Cruyff. Una muestra de que La Máquina hizo escuela rompiendo los moldes de su contexto histórico.

Ese River, al que sólo el tiempo parece haberle dado la razón, marcó la historia del fútbol argentino en su momento, pero se fue perdiendo a través del tiempo ese legado de futbol, tal vez por los problemas sociales y políticos que paso esta nación y que también le sucedió años después a Hungría y hoy en día a Holanda. A partir de aquella gloriosa década del cuarenta, el juego de estos lares quedó emparentado con la belleza y el romanticismo. A su vez, el Millonario se erigió como un cultor de ese estilo. La Máquina, sin dudas, trazó un antes y un después de su recorrido triunfal. Lo curioso es que la grandeza de La Máquina, no se encuentra en una multiplicidad de títulos. Aunque River fue campeón en 1941, 1942 y 1945, en su época no logró el mayor de los reconocimientos. Jamás fue record de recaudación, y muchas veces ni siquiera llenaba la cancha. El público, tal vez, no supo interpretar el potencial de ese equipo que rara vez se vio eclipsado por el juego rival.

No obstante, La Máquina extendió sus fronteras y se convirtió en una referencia a una época de River, superando así la barrera de un equipo –y de una delantera- en particular. Esa época va, concretamente, desde 1941 hasta 1946 inclusive. En ese lapso, contra lo que generalmente se cree, el quinteto fantástico sólo actuó en grupo en 18 partidos, y como espina le quedó jamás haber enfrentado a Boca. Sin embargo, durante esos años River trajo a Sudamérica una nueva forma de concebir el fútbol; que el futbol brasileño no desconoció y empezó a tomar su sistema moldeándolo a su estilo de juego, sino veamos después de los años cincuenta la historia del Brasil. Como dice Pablo Ramírez en el apéndice de Fútbol Todo tiempo e historias de La Máquina –el libro de Carlos Peucelle que recientemente fue reeditado-, “en ese equipo se dio una conjunción casi mágica de futbolistas excepcionales que lograron la armonía que sólo se consigue jugando juntos con frecuencia” y que solamente superado por Brasil de los 70.

El éxito no es eterno. Una realidad que encuentra en el fútbol su máxima expresión. Etapas de leyenda, generaciones históricas o equipos míticos han visto como en sus geniales trayectorias hubo momentos para la decepción o la sorpresa. Cualquiera puede perder. Nadie es perfecto. Pero son esos momentos intermitentes de extrema lucidez o las fugaces apariciones de enorme plasticidad las que le otorgan tan difícil condición. Y así ocurrió con el River Plate de primeros de los 40. Efímero pero inolvidable. No tuvieron una hegemonía incontestable durante varios años ni amasaron títulos como otros equipos de época. Sencillamente, no les hizo falta para dejar una marca indeleble en la memoria de los aficionados argentinos. Fue, como bien apuntó el propio Renato Cesarini, "el mejor equipo que se pudo construir, una verdadera obra maestra". [endif]

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