GUSTAV SEBES "MAGIARES PODEROSOS"
Gustav Sebes, el Julio Verne de la táctica futbolística.
Sebes comenzó a practicar fútbol a los 12 años. Emigró a Francia, donde encontró trabajo en Renault, participando activamente en huelgas y movimientos sindicales y defendiendo los modestos Sauvages Nomades y Olympique Billancourt. En 1927, volvió a Hungría, donde durante 13 años defendió los colores del MTK FC, con el que conquistaría tres veces el campeonato húngaro y una vez la Copa de Hungría. Por la selección, disputó sólo un único partido, como media derecha, el 15 de marzo de 1936, contra Alemania. Jugó más de 200 partidos por el campeonato nacional antes de que terminara su carrera. Fue un jugador y entrenador de fútbol húngaro, conocido especialmente por ser el entrenador del combinado húngaro en la Copa Mundial de Fútbol de 1954. Ese equipo, conocido como los Magiares Poderosos, contaba con Ferenc Puskás, Zoltán Czibor, Sándor Kocsis, József Bozsik y Nándor Hidegkuti. El equipo de oro (en húngaro: Aranycsapat) es uno de los diversos nombres que recibe el equipo de la selección de fútbol de Hungría durante los años 1950. Otros nombres incluyen los "magníficos magiares".
Comandante de la poderosa selección húngara de la década de 1950, Gusztav Sebes no era sólo el jefe de la comisión técnica del legendario equipo. Era también el vicepresidente del Ministerio del Deporte y presidente del Comité Olímpico del país. Y aún tenía el poder de montar los clubes, distribuyendo a los jugadores conforme a su gusto e interés, además de controlar los partidos y torneos de la selección, reuniendo a los jugadores cuándo y por el tiempo que bien entendiera. Con estos beneficios y todo el conocimiento que poseía sobre el juego, Sebes fue responsable de montar el equipo considerado la predecesora del "Fútbol Total". El equipo, dirigido por Gusztáv Sebes, se mantuvo invicto durante 32 partidos consecutivos. Este equipo es reconocido por haber realizado un estilo de juego que sería un temprano precedente del Fútbol total, utilizado más tarde por la selección holandesa en la década de 1970, y también es valorado por la introducción de innovaciones tácticas, que fueron validadas a través de su juego y sus éxitos. Gusztáv debutó como seleccionador húngaro en 1947 y dejó el cargo en 1957. Como seleccionador nacional, Gusztáv logró sus mayores éxitos haciendo a Hungría campeona olímpica en 1952, logrando la Copa Internacional y el subcampeonato del Mundial de Suiza 1954 en la mítica final perdida 3-2 ante Alemania Federal. Siendo una de las mayores injusticias de la historia del fútbol: la derrota en la final de la Copa del Mundo de 1954 para Alemania.
A primeros de los 50, Europa hervía en partidos amistosos. Los equipos del Este de Europa, por aquello del Telón de Acero, eran todo un acontecimiento cuando viajaban por Europa occidental, y, sin lugar a dudas, la gran estrella de aquel ir y venir de encuentros era la selección húngara, una poderosa máquina de golear que exhibía su fútbol, mitad arte, mitad precisión inexorable, por todas partes. Tenían los húngaros un equipo repleto de talento, con jugadores excepcionalmente dotados para jugar en cada una de las posiciones del campo. Casi casi contaban con el mejor jugador del globo en cada posición, y ninguno de ellos estaba considerado por debajo de los 5 mejores, desde el guardameta hasta el centrodelantero. Eran además innovadores, gracias a un visionario como su entrenador Gusztav Sebes, y entrenaban de una manera que nadie había visto hasta entonces. Todo estaba controlado al milímetro, y en definitiva, eran lo más parecido a un equipo invencible que había existido hasta la fecha y por unas cuantas décadas más.
Sebes contaba en el organigrama de la selección nacional con algunos de los mejores entrenadores del campeonato local, como Marton Bukovi. Duros entrenamientos a nivel físico, jugadas y movimientos preconcebidos, inicios de las estrategias a balón parado… los Magiares Mágicos iban 10 o 15 años por delante allá en los 50. Esta línea de innovación y talento comienza ya desde la portería. Gyula Grosics era un guardameta excepcionalmente ágil, con un físico privilegiado y que gustaba jugar fuera de su área, al contrario de lo que se estilaba en la época. Fue el precursor del portero-líbero. Poseía un juego con los pies más que aceptable, y la manera en que su defensa jugaba, con laterales muy ofensivos y centrales adelantados no le dejaba muchas más opciones. Los enormes defensores eran Geno Buzansky, Gyula Lorant y Mihaly Lantos, tres hombres de tremenda corpulencia, especialmente el primero, siendo Lantos una especie de carrilero con cuerpo de central -¿Briegel?- que marcó muchos goles para la selección. Les acompañaba, como central nominal, Jozsef Zakarias, que era un jugador que partía desde la defensa, pero al que era habitual ver paralelo a Bozsik en el centro del campo. Sería una de las claves del equipo húngaro, ya que cuando Hidegkuti bajaba al medio había 3 hombres, de tres perfiles totalmente diferentes, que le permitían al equipo de Sebes controlar la zona ancha. En el mediocentro contaban con el número 1 del mundo, Jozsef Boszik (sólo Pipo Rossi, el argentino que dirigía a “La Máquina” de River y posteriormente al famoso Millonarios de Bogotá –Pedernera, Di Stefano-, podía disputarle el puesto), un jugador de excepcional visión de juego y físico de acero, capaz de dominar él solo el medio campo. La delantera contaba con el genio y la dinamita de Ferenc Puskas, el mejor goleador del siglo (84 goles en 85 partidos internacionales), el prodigioso remate de cabeza de Sandor Kocsis, el regate de Zoltan Czibor, la calidad y velocidad. la gran movilidad de su delantera desarbolaba cualquier defensa o esquema táctico de hombres como los hermanos Budai y Peter Palotas, y sobre todo con el prototipo de delantero centro moderno, que se mueve por todo el frente de ataque, baja a recibir, etc, que sería clave en el estilo de juego de la escuela del Danubio: Nandor Hidegkuti. Era un conjunto de ataque al estilo del Fútbol Total de veinte años después, tan pronto aparecían como Budai-Kocsis-Hidegkuti-Puskas-Czibor (sus posiciones lógicas), como Czibor-Budai-Puskas-Kocsis-Hidegkuti, lo que en una época en la que se estilaba el marcaje al hombre, desarbolaba cualquier defensa y cualquier esquema táctico. Ni que decir tiene que el movimiento más devastador para los equipos contrarios era aquel en el que Hidegkuti, como ya hacía en el MTK a las órdenes de Bukovi, retrasaba su posición hasta el centro del campo, sembrando la confusión entre los hombres que, en la rígida WM, debían marcarle. En definitiva, este equipo es el embrión del 4-2-4 que luego aplicaría tan exitosamente la selección brasileña, gracias a Vicente Feola. Un entrenador que aprendió mucho durante el paso de Bela Guttmann por Brasil. Un Bela Guttmann que, antes de convertirse en leyenda con el Benfica, trabajó para el Sao Paulo en Brasil y, efectivamente, viajó muchas veces a su país –entrenaba en el extranjero- para trabajar en la concentración de la selección húngara durante esas interminables semanas laborales en Budapest. Sin olvidar que fue el descubridor de Puskas, y entrenador del Honved.
El fútbol húngaro estaba a la vanguardia de la innovación táctica en la década de 1950. La formación tradicional 3-2-5 (o WM) se volvió boca abajo con los "Magos Magiares". Sebes aprobó un prototipo del sistema 4-2-4. Cuando el viejo WM incorporó dos atacando de dentro hacia delante, dos alas y un centro-delantero, este nuevo enfoque vio al centroavante retrocedido detrás de dos atacantes. Un medio fue tirado de vuelta para reforzar la defensa.
Ferenc Puskas dijo una vez: "Cuando atacamos, todos atacan, y, en la defensa, era el mismo."Fuimos el prototipo de Fútbol Total". Era el famoso ideal socialista de Sebes, una noción en la que cada jugador tenía el mismo peso y era capaz de jugar en todas las posiciones.
Gyula Grosics, recordó más tarde: "Sebes estaba muy comprometido con la ideología socialista, y usted podía sentir eso en todo lo que él decía. Él hacía de cada partido importante o competición una cuestión política, y muchas veces trataba el duelo en cuestión como una lucha entre el capitalismo y el socialismo, diciendo que en el campo de fútbol ocurría esa oposición como en cualquier otro lugar ".
En su libro de memorias, titulado "Alegrías y Desilusiones", Sebes, confesado admirador de Hugo Meisl (técnico de los poderosos "Wunderteam" austriaco de los años 1920/1930) y Vittorio Pozzo (entrenados de Italia bicampeón mundial en los años 1930), explica que para formar un gran equipo no bastaba con reunir jugadores con gran técnica. Estas cualidades sólo serían decisivas si acompañadas de una inteligencia de juego especial y un comportamiento fuerte en los entrenamientos y, sobre todo, en el modo de vida. Consideraba obligatorio conocer la personalidad de todos sus jugadores fuera de campo.
Como ejemplo de un jugador completo en todos estos aspectos, citaba el nombre de Josezf Turay, delantero del Ferencvaros, uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol húngaro. En el campo era la inteligencia personificada para jugar al fútbol. Fuera de ellos, no sabía leer ni escribir. Cuando, sin embargo, se hizo famoso en todo el país, tuvo la humildad de revelar a sus dirigentes que era analfabeto y que eso le hacía sentir un enorme complejo de inferioridad, por lo que quería aprender a leer y escribir. Ya era un jugador de nivel internacional cuando terminó sus estudios. Para Sebes, él era el ejemplo del carácter que tenían que tener todos los jugadores de sus equipos.
El a menudo denominado 'partido del siglo', la humillación sufrida por Inglaterra a manos de Hungría en el estadio de Wembley en 1953, puede considerarse como el nacimiento de la era del fútbol moderno. Y Gusztav Sebes, el controvertido entrenador de los 'magiares mágicos', fue el hombre que más contribuyó a hacer de ese encuentro un hito en la historia de este deporte. Además de ser recordado por la belleza de su juego y por el esplendor de los futbolistas de categoría mundial que figuraban en sus filas, el Aranycsapat ('Equipo de oro') húngaro también significó un punto de inflexión en cuanto a táctica, dinámica de grupo y fluidez sobre el terreno de juego. El combinado de Sebes es considerado como uno de los precursores de las escuadras más ágiles e inteligentes de toda la historia.
Los 'magiares mágicos' también registraron el que fuera periodo sin conocer la derrota más largo de toda la historia del fútbol internacional hasta la década de los 90, que duró cuatro años y 31 partidos (27 victorias). La racha se amplió en la Copa Mundial de la FIFA 1954, donde golearon a Corea del Sur (9-0) y a la República Federal de Alemania (8-3) en la fase de grupos, antes de despachar a dos equipos que habían disputado la edición anterior en 1950, Brasil y Uruguay, por 4-2 en cuartos y en semifinales respectivamente.
Pero, a veces, incluso las mejores epopeyas tienen un final desdichado. Sebes y Hungría fueron obnubilados en la final por un equipo alemán notablemente reformado respecto al que había sufrido el varapalo en la primera fase. Después de que los favoritos se adelantaran en el marcador 2-0 en los primeros ocho minutos, la selección alemana se convirtió en la protagonista del cuento, pues la inspirada Mannschaft igualó la contienda en sólo 10 minutos y consiguió el gol de la victoria a seis minutos para el final.
La era de los "magiares mágicos" terminó con el inicio de la Revolución Húngara de 1956. El equipo había sido forjado en base al exitoso equipo Budapest Honvéd, el cual ganaría la liga húngara de fútbol en cuatro oportunidades en la década de los '50s. En 1956, el Budapest Honvéd participó en la Copa de Campeones de Europay en primera ronda empató ante el Athletic Club. El equipo viajó a Bilbao para el partido de vuelta, y mientras estaban en dicha ciudad estalló la revolución en Budapest que desembocó en la invasión soviética de Hungría. Muchos de los jugadores, como Zoltán Czibor, Sándor Kocsis y Ferenc Puskás decidieron no regresar a su país y quedarse en Europa Occidental, dejando para siempre a la selección de fútbol de Hungría.