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Elías FIGUEROA, el más grande LIBERO


Elías Figueroa, fue un central sobrio, seguro, técnico, con una marcada elegancia para sacar la pelota jugada y todo un líder sobre el césped. Además poseía un gran disparo y era muy poderoso en el juego aéreo, lo que hizo que anotase muchos goles de cabeza. Se le conoció como El Impasable. Y es que Figueroa es, para muchos, el mejor jugador chileno de todos los tiempos, pero también uno de los grandes defensores que ha dado el fútbol mundial con el nació el puesto LIBERO es el modelo a seguir. Un jugador que soñaría jugar en La Roja actual. Con él, sin duda, los chilenos, si no lo son ya, serían uno de los principales candidatos a ganar el próximo Mundial. Nacido el 25 de octubre de 1946 en Valparaíso (Chile), . En 18 años de carrera, Figueroa resultó expulsado apenas una vez: fue el 24 de octubre de 1979, un día antes de cumplir 33 años, en un partido ante Perú por las semifinales de la Copa América.


Su primer equipo fue el Alto Florida de Quilpue con 8 años. Con 14 se marchó al Deportivo Liceo, donde solo estuvo unos meses. La razón fue que su padre le consiguió una prueba con el Santiago Wanderers que superó sin problemas. La leyenda de Figueroa comenzó bien pronto y antes los más grandes. En la previa a su debut en la Copa Mundial de la FIFA Chile 1962, Brasil utilizó como sparring a un equipo juvenil del Santiago Wanderers, un club de la ciudad de Valparaíso que estaba muy cerca de Viña del Mar, sede del encuentro contra México. Durante esos entrenamientos, sobresalió un jugador chileno que, por categoría y personalidad, impresionó a Pelé y compañía, lo que no era poca cosa: los brasileños habían logrado el título en Suecia 1958 y volverían a consagrarse campeones semanas después.Para el Mundial de Alemania 1974, aquella promesa de sólo 15 años era ya un futbolista imperial. Todos conocían su capacidad de anticipación, su gran juego aéreo, su voz de mando y su técnica para salir jugando. Sin ir más lejos, en Alemania fue reconocido como el mejor defensor del torneo, conformando la dupla central del equipo ideal con Franz Beckenbauer.

A nivel de clubes, en el Wanderers el puesto de titular en la zaga lo ocupaba Raúl Sánchez, y Figueroa se tuvo que marchar cedido al Unión La Calera para disfrutar de minutos. En el cuadro cementero rindió de manera excelente y Wanderers le recluetó de nuevo para la temporada de 1965. A partir de ese momento explotó todas sus condiciones para convertirse en uno de los mejores defensas de la liga de su país y recibir la llamada del equipo nacional. En el Mundial de 1966 fue observado por numerosos ojeadores y un año después, tras el Campeonato Sudamericano, aceptó una propuesta del Club Atlético Peñarol. Con los carboneros pronto saboreó las mieles del éxito e inauguró su palmarés de títulos. Peñarol consiguió de forma consecutiva el campeonato doméstico en 1967 y 1968 y además conquistó el Torneo de Honor, el Torneo Cuadrangular, la Supercopa de Campeones Intercontinentales, después de ganar a Racing Club en el Centenario. En un partido que Figueroa nunca olvidará. “Contra Racing de Avellaneda rechacé de paloma un centro y (Alfio) Basile me dio una patada en la cabeza. Recuperé la conciencia en las duchas y pregunté cómo habíamos salido. Me dieron el resultado y me aclararon que había estado los 90 minutos en cancha”, contaría después. También se alzó con la Copa Montevideo de 1971 por delante de Nacional. Los manyas, con Milans y Máspoli en el banquillo, disfrutaron de una plantilla fabulosa donde además de Figueroa estaban futbolistas como Mazurkiewicz, Pablo Forlán, Cortez, Rocha, Joya o Spencer. Su único lunar con Peñarol fue no conseguir levantar la Libertadores en 1970, cuando llegaron a la final y fueron doblegados por el Estudiantes de Bilardo, Solari o Verón por 1-0. Eran épocas de partidos bravos, esos que le gustaban a Figueroa. A fines de 1971, el chileno tuvo una oferta concreta del Real Madrid, pero prefirió irse al SC Internacional de Porto Alegre. En la liga brasileña jugaban varias de las estrellas sudamericanas, y él quería medirse con los mejores. Grandes momentos que también trasladó a la selección. En 1973 Figueroa fue el líder de la clasificación chilena para Alemania 1974. Tras eliminar a Perú, la Roja debió jugar un repesca ante la Unión Soviética, medalla de bronce en el Torneo Olímpico de Fútbol Múnich 1972. Figueroa brilló en el histórico 0-0 conseguido a la ida en Moscú. “Por arriba fue un león. Si a veces saltaba con dos rusos y... al suelo con ellos y la pelota era de él”, destacaría el arquero Juan Olivares sobre el juego de su capitán. Como Rusia se negó a viajar a Chile para la revancha, por la situación política que había generado un golpe de estado, la Roja se clasificó sin jugar el encuentro de vuelta. Pero la fama del zaguero se acrecentó en Alemania, y esto a pesar de otra temprana eliminación. El mejor elogio llegó del mismísimo Beckenbauer: “Yo soy el Figueroa de Europa”. No había dudas sobre su figura, incluso llegando su impacto fuera de los terrenos de juego. Tras coronar 1974 con el Premio al Mejor Jugador de América, que también ganaría los dos años posteriores, llegó otro momento cumbre de su carrera: la conquista del Campeonato Brasileño de 1975 como capitán del Inter. En la final ante Cruzeiro, un rayo de luz se coló entre las nubes que encapotaban el Beira Río para iluminar el cabezazo de Figueroa, quien anotó el tanto del título. La leyenda del Gol Iluminado le valió una fama casi mística, con la que a veces le costó convivir. Fue así como en 1976, después de ganar otra vez título brasileño, Figueroa estaba listo para volver a Chile. Dejó Brasil siendo ídolo: “Si me pidiesen comparar a Don Elías con alguien, no lo podría hacer", aseguró Rubens Minelli, su técnico en el Inter. El regreso, sin embargo, no fue a uno de los grandes del país, sino al humilde Palestino. De su mano, los Árabes lograron una Copa de Chile (1977) y una liga (1978), durante la cual acumularon un invicto de 44 partidos, marca aún imbatida. En 1981 firmó contrato con el Fort Lauderdale Strikers de la NASL norteamericana, donde jugó con Gerd Mueller y Teófilo Cubillas. Decidió probar también la aventura americana. El equipo acabó segundo tras el Cosmos. Con 35 años, ya en los últimos coletazos de su carrera fichó, por Colo-Colo. En el equipo capitalino apenas estuvo tres meses y después de disputar un choque ante Universidad de Chile colgó las botas. Se retiraba un jugador enorme, icono del fútbol chileno de la época. Entre las muchas distinciones que ha recibido destacan la de mejor defensa del Mundial 1974, futbolista del año en Sudamérica en 1974, 1975, 1976, mejor jugador del campeonato uruguayo en tres ocasiones, la Bola de Ouro de la revista Placar en 1976, miembro del FIFA 100, mejor futbolista chileno para la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol o emblema del Club de Deportes Santiago Wanderers. En la actualidad Figueroa sigue siendo un ejemplo para todos. Además de ocupar su vida como empresario vitivinícola, realiza labores benéficas para las personas más desfavorecidas y es embajador de las Naciones Unidas en el programa Football por Peace.

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